12 septiembre, 2011


Volviendo la vista atrás podemos encontrar recuerdos de todo tipo: alegres, tristes, odiosos y graciosos. Buscamos los primeros; dejamos de lado los segundos haciendo un esfuerzo tremendo por olvidarlos; volvemos a llenarnos de rabia recordando los terceros parándonos luego a pensar mientras sonreímos al darnos cuenta de que ya no nos importan, sucedieron hace demasiado tiempo. Reímos y reímos con los últimos, siempre nos producirán risa porque esos momentos son nuestros y nosotros todavía somos los mismos.
A medida que avancemos por el arduo y difícil camino que es nuestra vida, crearemos infinitos recuerdos; más alegría, más momentos tristes y odiosos y por supuesto, ante todo y sobre todo, que no falten los divertidos.
Da igual la edad que se tenga... ¡Hacer locuras es lo mejor de vivir! ¿Qué pasa que por ir cumpliendo años, meses, días, horas, somos más sosos? Podemos madurar, podemos adaptarnos a situaciones difíciles, podemos establecernos en un trabajo, obedecer normas, ponernos un traje, vestirnos como si tuviéramos cien años, crear una familia, un hogar... ¿Podemos hacer todas estas cosas y no somos capaces de seguir estando locos?
Venga, reconózcamoslo, todos lo estamos. Si analizáramos todas las tonterías que hacemos a lo largo de un día resultaría, más que evidente, que la humanidad necesita más manicomios. Aunque, yo tengo una teoría, el planeta es el mayor manicomio de todos, y nosotros,  somos sus locos. Digamos que la locura tiene cura, vale ¿y qué? A mí me gusta estar loca y sinceramente espero no curarme NUNCA, de hecho mis mejores momentos se los debo a mi locura, no hubiese podido enfrentarme a los malos momentos, a situaciones difíciles, a lágrimas interminables y a disgustos sin ella. Y siendo sincera  necesito una dosis diaria para seguir sonriendo...


admitamoslo :la locura es la mejor medicina para la vida

No hay comentarios:

Publicar un comentario