16 febrero, 2011

Ando buscando mis días felices, esos que harán sentirme bien y que certificarán mi existencia mientras la vida me explica quién soy y que estoy haciendo. Sentirme bien es todo lo que quiero, saber que cada día tendré la felicidad que con tantas ansias busqué y nunca recompensa encontré, pero es que ¡ya era hora de sentirme bien! Lo único que quiere la vida es que aprenda de mis propios errores, aquellos que he cometido por no pensarme las cosas dos veces, que los errores se cometen millones de veces en la vida, pero para rectificarlos se tienen que aceptar por duro que sea, por mucho que cueste y por muchos esfuerzos que merezca. Todavía espero con ansias ese momento en el que la vida me empuje y yo me caiga, me joderé, sí, lo pasaré mal, fatal, pero eso me servirá para no hacer el ganso todos los días de mi puta vida, porque me creo la reina del mundo, pienso que todo lo hago bien y que nadie me va a impedir luchar por lo que yo quiera cuando yo quiera. Me creo que puedo contar con los dedos de las manos mis errores, pero la triste realidad es que me faltarían unos diez o doce dedos.

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